Las cooperativas agrarias entraron en el
mercado de distribución minorista de carburantes a finales de la década de los
80 para prestar un servicio esencial para sus socios y socias, cuando las
petroleras y las Estaciones de Servicio tradicionales desatendieron las zonas rurales
-por falta de rentabilidad, principalmente-, desmantelando instalaciones y para
abaratar el precio del gasóleo.
En lo que se refiere a este servicio de
venta de Carburantes, las cooperativas son a la vez suministrador y cliente, no
tienen interés en mantener precios elevados, y de ello se benefician no solo
los cooperativistas, sino también terceros que habitualmente adquieren
combustible en las Estaciones de Servicio de las cooperativas.
Hoy en día existen unas 700 Estaciones de Servicio
pertenecientes a cooperativas repartidas por todo el territorio nacional. En
general, estas instalaciones se encuentran ubicadas en entornos rurales, donde
los índices de población son más bajos y, con el objetivo de garantizar la
sostenibilidad del servicio y el suministro, suelen seguir el modelo de
Estaciones de Servicio Automáticas que permanecen abiertas las 24 horas del día.
Por tanto, la actividad de suministro de
carburantes es una fuente más de ingresos para las cooperativas
agroalimentarias que, sobre todo, cumplen una función de servicio general en
los territorios donde están ubicadas, garantizando el abastecimiento de
combustible para todos sus habitantes.